Casualmente mientras estaba escuchando el nuevo disco de Pearl Jam, recordé que había una película que aún no había visto, donde Eddie Vedder y su música narran escenas claves, “Into the Wild” del 2007, como ya estaba con 2 años de atraso para verla me la conseguí altiro. Dos días después de que ya la tenía lista para ver, me encontraba en una feliz celebración celebración familiar, otra familia estaba pasando el peor momento, el hijo de un periodista famoso de mi país, que además estudió en mi colegió, decidió no seguir viviendo usando como escusa y carta de despedida la misma “Into the wild”. Creo que el pudor le ganó a mi curiosidad y no la pude ver hasta 1 semana después.
La película no tiene nada que ver con un suicidio, pero en cierta forma si con abandonar la vida, la que conoces, la que tienes y la que a veces creemos que no queremos. No podría hacer un testimonio muy objetivo a riesgo de herir sensibilidades, pero siempre he creído que el suicidio es la forma más cobarde de abandonar la pelea, y peor aún si se usa para castigar a otros.
Es la historia de un joven (Emile Hirsh) que decide abandonar su vida ideal y llena de éxitos, para adentrarse en la vida salvaje, viviendo al momento, sin tecnología, ni teléfonos, ni internet y sin comida. Cambia su nombre para que sus padres no lo encuentren y escoge llamarse Alexander Supertramp (super vago), no por la banda claro está. El objetivo era llegar a Alaska y en el camino va conociendo gente de todos tipos, edades y clases sociales que van siendo especiales. A quien no le gustaría a veces mandar todo a la punta del cerro y escapar, porque lo realmente salvaje no está afuera, en la naturaleza, sino en la vida misma.
La voz de Eddie Vedder es realmente calmante en las escenas en las que el protagonista está más sólo, como cuando trata de buscar animales para comer, cuando improvisa algún sitio para dormir o cuando escribe su bitácora de viaje. También lo vemos como va adelgazando por falta de alimento y marca su cinturón como línea del tiempo en su recorrido.
No sabía cuando comencé a verla, pero lo intuí, es una historia basada en un caso real, lo que la hace más conmovedora al final, como si necesitara más razones para cautivarme…
Me llega en un momento ideal, necesitaba una señal para tomar una decisión valiente que sé que me hará mucho más feliz de lo que soy ahora, no hay que olvidar que no importa lo bien que todo se vea desde afuera y lo exitosos que seamos, sino es lo que realmente nos hace felices y no deberíamos jamás tener miedo a decirlo y buscarlo sin jamás culpar a nadie por no conseguirlo.
No puedo dejar de dedicar esta reflexión a mis padres, los amo por dejarme ser siempre quien soy.